viernes, 12 de abril de 2013

PASSIO

El pasado año tuve la suerte de conocer el proyecto que han llevado a cabo dos profesionales de Aprosuba 4, Antonio Flores y María Victoria. La idea está centrada en la atención directa de personas con discapacidad intelectual severa y profunda, para permitirles la libre determinación de sus preferencias, intereses y necesidades, siendo indispensable para garantizar una planificación centrada en la persona real y ajustada a las elecciones que realiza ella y no las personas de su entorno acerca de su vida. Para ello, se interpretan las cinco emociones básicas: alegría, miedo, tristeza y asco. Estas emociones son entendidas como constructos mensurables a través de cinco dimensiones: la expresión facial, expresión corporal, indicadores psicofisiológicos, producción oral y conductas de afrontamiento que cada emoción lleva asociada.
Estos parámetros se miden mediante diversos materiales tecnológicos (textil inteligente que integra multitud de sensores en prendas de vestir, capturas audiovisuales…) que garantizan un registro objetivo, operativizado y exhaustivo de los datos, los cuales se transcriben en una escala, para determinar el nivel de emociones positivas y/o negativas experimentado ante cada situación y por tanto, su nivel de preferencia, gustos y necesidades de una serie de actividades.
Esta metodología de trabajo diferente a la tradicional,  pretende facilitar que la persona pueda planificar algunos aspectos de su  futuro para alcanzar una mejor calidad de vida y poder sentirse satisfecha.

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